Siembra: debe ser directa y se recomienda comprarlo en una maceta para mantenerlo como planta de interior o para transplantarlo en el exterior. Las macetas para la siembra deben ser grandes y con capacidad suficiente para drenar un exceso de agua.
Abono: necesita fertilizantes organominerales.
Riego: hay que regarlo a diario pero sin pasarse, así que puedes hacerlo cada 3 días de forma abundante para no tener que hacerlo cada día. Necesita aire fresco para poder absorber el agua y desarrollarse correctamente.
Temperatura y luz: no es muy exigente con la luz así que se adapta a casi cualquier ambiente. En cuanto a la temperatura, suele crecer en climas fríos o templados en los que no haya cambios drásticos, así que requiere un alto nivel de humedad y no resiste un clima que sea siempre con aire seco.
Poda: puedes realizarla siempre que lo necesite y lo único que tienes que tener en cuenta es que el árbol no puede estar mojado al hacerlo.
Sustrato: lo ideal es que esté en suelos frescos, ricos y profundos aunque también se puede adaptar a suelos algo más pobres. No consigue desarrollarse en suelos arenosos ya que son demasiado secos, ni tampoco en los compactos.
Trasplante: es recomendable que durante el mismo le realices una poda y posteriormente varias más para conseguir una mayor densidad en el follaje, además de que así será más uniforme y te ayudará a evitar enfermedades que provienen de hongos y bacterias.